Detrás de cada giro, desplazamiento o rotación precisa de un droide hay un componente esencial: los servos y motores. Estas pequeñas piezas mecánicas son el verdadero músculo de cualquier unidad, y su correcta elección determina no solo la potencia, sino también la precisión y el realismo de los movimientos. En la construcción de droides, los constructores suelen trabajar con una combinación de servos estándar para articulaciones básicas, motores de engranajes para el desplazamiento principal y actuadores lineales en piezas que requieren fuerza adicional.
En modelos como R2-D2 o C1-10P (Chopper), los motores de tracción se encargan de mover el cuerpo mientras servos más pequeños permiten giros suaves en la cabeza o el despliegue de herramientas internas. El equilibrio entre torque, velocidad y consumo energético es clave: un servo demasiado débil no podrá levantar piezas pesadas, mientras que uno demasiado potente podría agotar la batería demasiado rápido. Por ello, muchos constructores incorporan controladores PWM o drivers dedicados para optimizar el rendimiento de cada componente.
Además, el uso de reductores, sistemas de poleas o engranajes impresos en 3D ha permitido que los droides sean cada vez más ligeros y funcionales. Al final, comprender cómo funcionan estos elementos no solo mejora el rendimiento del droide, sino que también permite un mantenimiento más sencillo y una mayor capacidad de personalización en el futuro.
